Aguas de Marzo

Los viajes en autobús se traducen en lecturas de un librito de Faulkner que, hasta ahora, no leí con interés. Cada amanecer es un propuesta de un orden en las cosas que considero importantes para mí, aprender a dibujar. Las pequeñas siestas por la tarde son un diálogo con los temores; treinta minutos insoportables que me recuerdan porqué temo el rechazo. Progresivamente el tiempo se imprime en los días, no es el mismo que hace años, cambió.


Hoy me di cuenta que valoro mucho la diferencia de las personas, por fin voy descubriendo las cosas que perdí no se donde, ni con quien. El ritmo de la vida distinta, peleando furiosa frente a la complacencia misma, ¿No es acaso un pelea interna, fálica? Sin duda, cualquier terapia aplacaría (momentáneamente) aquella indulgencia de ideas. La salud que surge a través del equilibrio de las cosas. No las deseo ahora, ahora mismo soy consciente de lo que me aterró, y no le debo mucha importancia. Existen pequeñas cosas por las que vivir: la mirada tímida de una mujer, el gesto de su inseguridad al hablar, la hermosura de una charla interesante. La argolla que le titila en la nariz; tantas cosas por aprender.

Esta canción, es hoy:


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