Alcanfor y Vino

Una idea antigua, de abril del 2014


Paseándose en calzoncillos por el departamento, rascándose una nalga, despertando por fin de ese mísero sueño de siete horas o siete años. Buscando desesperadamente la cajetilla de cigarrillos, que no está en la mesita, que no está escondido en las patas de la mesita, tampoco en el bolso, mucho menos en algún rincón del sillón. Encontrando por fin un cigarro a medio terminar y encendiéndolo desdeñosamente ¡A la mierda el cenicero! que debe estar en la perfidia de algunos libros ¡Qué asco de lugar! más asqueroso aún es fumar en la mañana. Mirar por la ventana a las enfermeras (o tal vez sean los practicantes de turno) del hospital de en frente, que a esta hora llevan sus bolsitas de sopa, mientras ríen y le dan un respiro a su diplomático encierro. El mediodía, la única cosa que se respeta en esta ciudad. Ayer escribí algo demasiado bueno (piensa) al abrir la puerta lo único que me importaba era encontrar un papelito (recuerda). Y lo escribí, claro que lo escribí, eso debe de estar por algún lugar, pero buscar algo más complicado que una cajetilla es…Quisiera llevar puesto algo para siempre, /Una diadema o una mariposa, /Y que me acompañe, /Mientras boto la colilla por la ventana /Y escondo la pipa en las plantas. 

Y de pronto es algo ridículo y vacío. Una alusión a los tatuajes y a la yerba. No se puede caer más bajo, no se puede pensar alegremente en que escribimos prácticamente un buen pedazo de literatura y descubrir que es peor que el humo de los puchos mal encendidos (rabieta). ¿A dónde quiero llegar? Un día estamos felices porque descubrimos la rutina de los amigos y del trabajo. Y después nos olvidamos de las 8:30 en punto y nos escapamos, un poco temerosos, a beber vino en algún pub. La felicidad también acaba; los recuerdos son un desorden. Empezamos a escribir cosas estúpidas en papelitos de cuadernos. Ayer, justamente ayer, la vieja fea y puta nos trataba de dar un beso. Nos sonreía a la distancia de las sillas y poco a poco se integraba en el grupo. Nos miraba con las ganas de queriéndonos coger; de parados, de sentados, cabalgando. Nos quería lamer la verga y (o) besar después la boca, mal gusto, poco refinamiento. A vos, fea de mierda ¿Nunca te han enseñado a utilizar los cubiertos? el tenedor, el cuchillo, la cuchara, el carmín, el cigarro… Mirá tú, tratar de darme un beso, sin antes haber vuelto a nacer. Yo, que soy alcanfor y vino (debrayar). Sucia, mendiga, hija de puta. 

Se sentó al borde la cama y empezó a mirar el vacío, a tener sueño otra vez. Se durmió pensando en una mano blanca, que le bendecía y le dictaminaba otras seis o siete horas de buen descanso. Y Así se quedó en silencio, en calzoncillos, cubierto apenas por un poco de sábana. 

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