No los dejen entrar



Hubiese preferido no escuchar nada, hubiese preferido que el niño no se diese cuenta de lo que acababa de decir, pero él rápidamente ha reaccionado, ha dicho ‘Perdón Mamá’ tendiendo un puente delgado y corroído, imposible de transitar. No hay más salida, sólo quedan opciones que, cualquiera sea su elección, remiten a sumergirse en el lodo de una manera elegante. 
Mirar al niño es mirarse a ella misma. Los ojos grandes, las cejas espesas, la nariz fina, un poco más pequeña de lo normal, el mismo lunar en la misma mejilla izquierda. Talvez por eso decide acariciarlo, para poder consolarse ella misma. Cada que lo mira (y él la mira a ella, siempre devolviéndole algo, siempre siendo un niño-eco o un niño-espejo) quiere convencerse...

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