Hilo de boca


¿Se atrevería? Estaba parado frente a una caseta del pasaje: collares, aretes, anillos y piercings. Un letrerito colgado decía: “PIERCIENGS: SE HACE PERFORACIÓN MÁS LA JOYA” Piercings mal escrito, obviamente. Una mujer de cabellera rojiza, hacía menear el arete de su septum al hablar. Ya la conocía antes, se llamaba Ruthy (o algo así) habían bebido un par de veces en el café. Él podría haberle convidado una esterilla de lo que sea, si hubiera accedido a abrirse de piernas o a chuparle la pija en un cuartito escondido detrás de la barra. Pero a ella le gustaba más el Ron que las pepas (como ella las decía) Siendo así las cosas: podía irse con mucho gusto a la puta mierda. Hoy, sin embargo, El Argentino estaba de tan buen humor que sólo había pasado a saludar. Ruthy leía una Juxtapoz Magazine del año pasado, mientras respondía las preguntas desinteresadamente. De vez en cuando, muy discretamente se alertaba con el rabillo del ojo, ya conocía a ese tipo de gente. El Argentino no podía hacer mucho con el tartamudeo que le salía (En su cabeza intentaba hablar bien, pronunciar cada palabra lo más fluida y naturalmente, Algunas palabras se entremezclaban, se desarticulaban, intentar que lleguen a su boca de la forma correcta era una batalla feroz) “Yo, en BAIRES”, decía, mientras intentaba coger un muestrario de piercings de lengua. No se dio cuenta que de la boca abierta le salía un hilo de baba. 

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