Octubre

No te pareces en nada a aquel niño que venia y se acostaba a mi lado. Recuerdo que intentabas descansar un poco la cabeza, y que algunas veces te dormías junto a mí. Y me parecía tan tierno, pero a la vez tan extraño. Yo te cobijaba y me hacía a un rincón para poder terminar los deberes, y de cuando en cuando te miraba, sólo para percatarme de tus sueños. No quería que despertaras de una pesadilla, como tantas veces te había pasado. Esas veces, las que venías muy de noche a mi pieza, llorando, y casi suplicando que te acompañe a dormir. Porque habías soñado otra vez con ese túnel de flores donde te perdías y te espinabas. Y me mirabas con esos ojitos con un poco de miedo y de vergüenza. Recuerdo que esas veces tenías tan sólo 11 años. Recuerdo que primero íbamos a la cocina a buscar un vaso de agua. Recuerdo que te me prendías de la bata, por miedo a la oscuridad. O tal vez sería el  miedo que te provocaba perderte otra vez, ahora en un túnel real. Nos contábamos cualquier tontería para perder el tiempo. Reíamos un poco, yo trataba de animarte contándote de las desgracias que hacía Gretel en el Colegio. Te contaba, por ejemplo, que aquel día, los chicos había llevado a clases unos guantes de box, y que Gretel, muy afanosa como siempre, había sido la primera en colocárselos y exigirle a alguien más darse de golpes. Y fue una gran carcajada de todos al ver que Gretél se había dado un golpe sin querer y le estaba sangrando la nariz. Con esas cosas empezabas a dormir, y a quedarte tranquilo porque sabías que dentro de algunas horas ya sería de día y no habría que temer más a esas tontas pesadillas. Y cuando era de día, yo habría la ventana de tu habitación y veía desde adentro, una fina niebla cálida que se asentaba en el patio. Muchas veces pensé en Vito así. Quiero decir, con esa imagen de mí, a lado de la ventana. Recordando las manos gruesas y los lentes sucios de Vito. Yo también era una niña. Eso también lo recuerdo.

Te extraño tanto. Ahora que te veo a travez de estas fotografías. Todo alto, con el cabello bien peinado, con el bigote creciéndote poco a poco. Te veo con tus amigos. Esos buenos amigos que también eran unos mocosos, y los que me desesperaban mucho cuando los invitabas a jugar a la casa. Me alegra mucho de que estuvieras en el Mar de Iquique ¿Es muy bello verdad? ese olor salado que sientes en el ambiente, a cada paso. También hay una foto de Julian y nuestros tios, todos ya están tan viejos y canosos. Me río un poco de la tía Liss, de lo mucho que engordó, parece un tanque, de esos tanques de la milicia o de esos tanques donde se almacena el agua. La tía Liss como tanque de cualquier interpretación. Pero también la quiero y la extraño, aunque nunca pude entender su mal humor.

Es Octubre en Suipacha, y se me hace muy raro que llueva tan poco. En las noches no podíamos salir de la habitación. Negretty preparaba unos cafés y unos mates, y mientras esperábamos a que se enfriaran un poco, traía el cenicero y enrollaba algunos cigarrillos.  A veces fumábamos yerba. Ella traía su graciosa pipa de manzana y primero me pedía que le diera un leve mordisco (a su boca y a la manzana) y empezaba a fumar, aspirando desesperadamente. Nos sentábamos abrazadas en el piso de la salita y cerrando los ojos, escuchábamos la lluvia golpear los vidrios, y los truenos romper el techo de nuestro departamento. Negretty te manda saludos. Aunque no la conozcas, ni ella a tí. Es una loca La Negretty, tendría que contarte muchas cosas para que me entendieras. Ahora mismo, está en la habitación de a lado cantando esa cancióncilla "...Son hermosas, Y el mundo sonríe conmigo...". Tengo tanto miedo; es algo que me contagio Roberto, Con su puesto de médico y sus grandes títulos colgados en su consultorio. y esa otra tremenda mierda de que es fotógrafo ¡Que mierda sabe el de fotografía! El hecho de que se haya comprado una Canon 1000d no le da el puto derecho. Siempre sacando las mierdas de cromos esos, los gestos y las caras tan falsos ¡creyéndose el puto culo de mierda de esta sucia y putísima sociedad!. ¡Pobre Idiota!