Proteo y la Hormiga


Te sorprende reconocerlo a la primera, no tienes que dudar siquiera para descifrar las formas; las cuatro patas, el hocico mojado, las orejas diminutas y puntiagudas. Has visto nuevamente a El Perro, mirándote desde la colina, alrededor de unas nubes algodonadas y oscuras que se van perdiendo cada vez más. 
Ya estas despierto, nuevamente en la realidad, te parece un poco idiota haberle tenido tanto miedo a un montón de imágenes, recurrentes sí, pero que pertenecen, en definitiva, a un orden irreal y lejano. Sientes mucha vergüenza, la mujer que todavía dormita a lado tuyo pensará seguramente que eres un tonto, un mediocre, un infantil. Tienes muchas ganas de contarle lo que viste, de aquella imagen, de ese animal oscuro y con la mirada acusadora. 

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