Historia de un Niño Rey




El otro día intentaba explicar mi proceso para ilustrar. Describí un juego (quizá una práctica) el de Ilustrar a partir de textos y de escribir a partir de dibujos. Hoy me topé, trabajando en la ilustración de arriba, con la segunda parte del juego. No sabía que más dibujar, entonces empecé a escribir:

Cuando nació, un chillido agudo definió con certeza su carácter, tuvo entonces que acostumbrarse la casa a aquel ensordecedor sonido que no paraba de exigir. Pues desde los primeros minutos habló. Y sentenciaba, en justas medidas, el cómo de sus gustos. Primero devoró a su madre, se limpió los dedos después con la paciencia de un buen gourmet. Su padre, con la mirada entristecida, apenas pudo cerrar los ojos y cuando los abrió se supo en el vientre de su hijo, a lado de los restos de la Reyna descomponiéndose con los ácidos estomacales. Sólo entonces, cuando el niño rey se sintió satisfecho, pudo entender que no le había quitado la corona a su padre, el rey. Pero no se preocupó, empezó a construir su propia corona, de pedazos de libros que iba encontrando a su camino. Puesto que así era su naturaleza, aprendía rápido y su pequeño criterio desechaba eficazmente ética. Era inteligente y meticuloso.” 

Y las imágenes que propone este pequeño texto me sirvieron para retomar el camino.

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